Se dice que el horno más antiguo remonta hacia el 4000 aC en Babilonia. Ciertamente, eran muy diferentes a como los conocemos ahora, la mayoría de hornos en la antigüedad se construyeron bajo tierra, el alimento se horneaba para aprovechar el calor que emitía la tierra y ayudaba a conservar los alimentos por más tiempo.

En el Antiguo Egipto se desarrolló cierta variedad de hornos para cocer pan, perfeccionando técnicas sumerias y de otras regiones cercanas. Muchas viviendas contaban con un espacio de cocina donde colocaban fogones y hornos primitivos fabricados con adobe.

Los antiguos egipcios tenían hasta 15 palabras para definir las variedades de pan y la pastelería, que estaban clasificados en harina, grado de cocción u otros productos como la miel, los huevos o la leche.

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En América se conocen restos de hornos antiguos prehispánicos en Honduras, Belice y México. Lo hornos de suelo sirvieron para usos alimentarios pero también se utilizaban con otros propósitos, desde la cocción de cal a la elaboración de bebidas primitivas.

En tanto en Europa, fueron los griegos quienes continuaron perfeccionando técnicas y fueron un paso más allá. Desarrollaron un horno con puerta delantera basado en los egipcios, y además aprovecharon el concepto de precalentado. Esto significa que ya hicieron sus pinitos para intentar controlar la temperatura, porque si a nosotros ya nos parece complicado que no se nos queme ahora la parte de arriba del bizcocho, cabe imaginar que cocer pan debía ser un poco frustrante. Se conocen hornos que datan del 500 a.C. y algunos, aún funcionan.

El primer horno como tal que se conoce, es decir, con una estructura y diseño algo similar a los hornos modernos, data de 1490 en la región de Alsacia, Francia, y se construyó con ladrillo y baldosas. A partir de aquí también comienzan a perfeccionarse las futuras placas de cocina industriales fabricadas en hierro ( siglo XVIII) posibilitando estructuras donde se quemaba leña en la parte inferior y podía cocinarse en la parte superior. Una "hoguera" más cómoda y más fácil de regular, que con los años fue perfeccionando los tubos de salida de humos. También se probó el carbón e incluso el queroseno como posibles combustibles. El primer horno de carbón, inventado por Jordan Mott en 1833, serviría posteriormente como base de los futuros hornos industriales.